La tecnología moderna afecta nuestras vidas en casi todos los puntos, cambiando nuestra vida diaria de maneras obvias y ocultas, y de maneras que nunca creímos posibles. Intenta pensar en el terrible horror de estar desconectado de tu teléfono inteligente o de Internet durante unos días. ¿Cómo puedes planificar tu ruta de viaje, descifrar el mapa estelar, hacer el pedido de comida semanal o mantenerte en contacto con tus seres queridos?
Así como el resto de nuestras vidas se ha trasladado al espacio digital, también lo han hecho nuestras relaciones, hoy en día, probablemente pasamos más tiempo enviando mensajes de texto a nuestros amigos y familiares que hablando cara a cara con ellos. En cierto sentido, el progreso tecnológico no sólo cambia la forma en que trabajamos, estudiamos o viajamos, sino también nuestro interior: la forma en que pensamos, nos comportamos y sentimos.
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