Muchas parejas de entre 20 y 30 años tienen relaciones sin sexo. ¿Cuáles son los dos factores que más influyen en el debilitamiento del deseo y cómo se puede seguir despertando? Un estudio de los investigadores de la maestría en sexología muestra estas conclusiones.
Uno de los fenómenos sorprendentes en la clínica de terapia sexual está relacionado con la frecuencia de las relaciones sexuales entre las parejas jóvenes que acuden a analizarse. Los miembros de las generaciones Y y Z, que tienen relaciones sexuales entre una vez al mes y una vez cada tres meses, e incluso con menos frecuencia, esperaríamos que entre los 20 y los 30 años estuvieran en la cima de su interés y actividad sexual, viven en un mundo con abundante información y estímulos sobre la sexualidad y la función sexual: conferencias en internet, debates en redes sociales e innumerables podcasts y series sobre el tema, y es precisamente con ellos que la cama permanece seca o sin actividad sexual, y hay otro fenómeno interesante: aunque se trate de una relación sin sexo (parejas sin sexo), la relación es fuerte y dura años.
¿Qué explica la fuerza de una relación sin sexo?
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Amor: Existe el amor verdadero en una relación.
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Contacto físico: Se tocan, no se abstienen (se abrazan, se besan, se acuestan para dormir, se acurrucan), y el contacto fortalece la relación.
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Intimidad mental y espiritual: Buena comunicación donde comparten pensamientos y sentimientos, escuchan, animan y apoyan.

Entonces, ¿por qué no hay deseo sexual?
Nuestra experiencia clínico-sexológica y estudios realizados en diversos países del mundo demuestran que existe una conexión significativa entre la disminución del interés sexual y factores como la sobrecarga laboral, el estrés, el consumo de fármacos o medicamentos que producen sedación excesiva, la gestión del hogar y los hijos, problemas de salud, estrés conyugal y falta de comunicación íntima, además, existe una feroz competencia por los deseos, la satisfacción y el placer. Esta competencia incluye las nuevas y maravillosas tecnologías que brindan emoción y placer: navegar por internet, participar en redes sociales, usar aplicaciones fascinantes, ver series de televisión sin parar y jugar a juegos entretenidos e interminables. Estudios similares a este realizados en Canadá, Japón, Suiza y Alemania informan de una disminución del deseo sexual y de la actividad sexual, incluso en hombres y mujeres jóvenes de entre 20 y 30 años.
Este estudio ha identificado dos hitos importantes en la vida de pareja, donde se produce la ruptura de la pasión:
Transición de relaciones sexuales nuevas y apasionadas a relaciones sexuales en condiciones normales: en el libro "La química del amor" (Astrolog Publishing, 2011), el profesor Zvi Naor describe los cambios que ocurren en el cerebro durante el enamoramiento, un período en el que se secretan neurotransmisores, una de ellas, la feniletilamina, provoca excitación y una sensación de amor. Bajo la influencia de los neurotransmisores, el sistema sexual y el deseo se activan fácilmente, y las parejas tienen relaciones sexuales con alegría y satisfacción, la feniletilamina, por cierto, también se encuentra en el chocolate, quizás por eso es costumbre comprar chocolate en San Valentín. A diferencia de la primera menstruación, el sexo rutinario se desarrolla como un entretenimiento (un espectáculo, una actuación, un viaje al extranjero, una fiesta), estos eventos son importantes para nuestra calidad de vida y, para que sean un éxito, deben planificarse (como comprar entradas, invitar a amigos, hacer las compras para la fiesta). Las actividades de ocio rutinarias pueden comenzar sin ganas, por ejemplo, tengo entradas para un espectáculo, pero por la noche estoy agotado, me preparo sin ganas, pero allí, en el espectáculo, la música me excita, el deseo despierta y el evento termina con satisfacción y placer: «Qué bien que salí y no me quedé en casa como un teleadicto». Así que, aunque nos han "lavado el cerebro" para creer que el sexo debe ser espontáneo, que sólo lo espontáneo es satisfactorio, resulta que la mayoría de los eventos divertidos de nuestras vidas, incluido el sexo, se pueden organizar y planificar.
Más allá de la convivencia, para las parejas que viven separadas, y a veces en ciudades diferentes, el sexo se planifica, uno de los pacientes analizados para este estudio, estudiaba en la universidad de Buenos Aires y su pareja trabajaba en Bogotá, solían verse una vez al mes y ese era también el momento en que tenían relaciones sexuales, entre semanas se extrañaban, y ambos sabían que un día al mes por la noche tendrían sexo, y eso era bueno, pero el traslado a una vivienda compartida y el hecho de hoy en día de vivir juntos eliminó el tiempo dedicado al sexo y, sobre todo, el anhelo de cercanía física, como resultado de estos cambios, la pareja ya no se emociona cada vez que se encuentra, el entusiasmo disminuye y el deseo se desvanece lentamente.
¿Cómo mantener vivo el deseo?
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No te dejes llevar por la espontaneidad y busca la manera de planificar, a los estudiantes de la maestría en sexología se les enseña a que recomienden a las parejas que tengan una cita semanal, una noche planificada con antelación donde hagan algo en pareja: una actividad divertida en casa o al aire libre que fomente una agradable sensación de unión y de cabida a la intimidad sexual, se ofrece dos opciones: que cada uno de los miembros de la pareja se encargue de planificar la actividad (una sorpresa para el otro), o que decidan juntos el tipo de actividad esta noche.
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Incluso en la rutina, sigan halagando, cortejando, hablando y mimando a la pareja, se debe recordad a las parejas que es importante no dormirse en la cama, porque la pasión en una relación a largo plazo cambia. "No esperen fuegos artificiales; asegúrense de traerlos", por ejemplo, ves una serie de televisión, te acaricias, te concentras y permites que el contacto se vuelva más íntimo y erótico, aunque esa no fuera la intención de antemano.
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Terapia sexual: la terapia sexual puede ayudar a identificar los factores que suprimen tu deseo y los que lo estimulan, esta terapia de hacerse con un psicólogo con maestría en sexología.
Si desea tener formación de sexología en maestría puede inscribirse para optar una beca.