En los últimos años, el cannabis se ha convertido en un tema de debate candente, en muchos países de todo el mundo promulgando leyes que permiten tanto su uso medicinal como recreativo, esta tendencia, en ocasiones, ha difuminado los límites para muchos, dificultando la evaluación objetiva de los riesgos.
El cannabis, también conocido como "hierba", "marihuana" o "porro" (cuando se fuma), es una planta que contiene ingredientes activos como el THC y el CBD, los porcentajes de ingredientes activos varían según la cepa y la forma de consumo, lo que afecta directamente la intensidad del efecto de la sustancia. El cannabis se consume de diversas maneras, como fumándola, vapeándolo, comiéndolo como alimento o bebida, e incluso en productos médicos o farmacéuticos, sus efectos varían según la forma de consumo, la dosis, la composición de los principios activos y la sensibilidad individual de cada consumidor.
En los últimos años, el cannabis se ha convertido en un tema de debate importante, y muchos países de todo el mundo han promulgado leyes que permiten su uso médico y recreativo. Esta tendencia a veces difumina los límites para muchos, lo que dificulta la evaluación objetiva de los riesgos, es importante señalar que, en muchos países del mundo, el cannabis sigue siendo ilegal a menos que lo prescriba un médico. Si bien el cannabis puede ofrecer ciertos beneficios, es importante comprender los riesgos asociados, especialmente en lo que respecta a la salud mental y la adicción, estudio realizado por estudiantes e investigadores de la maestría en Psicología clínica.
Efectos del consumo de cannabis:
El principal componente psicoactivo, el THC, actúa sobre el sistema endocannabinoide del cerebro, provocando sensaciones de relajación y euforia, sin embargo, estos efectos se acompañan de posibles efectos secundarios:
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Efectos a corto plazo: deterioro de la memoria, dificultad para concentrarse y lentitud en el tiempo de reacción.
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Efectos a largo plazo: Deterioro cognitivo persistente, problemas respiratorios (al fumarse) y posible adicción.
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Efectos psicológicos: Ansiedad, paranoia y, en ocasiones, empeoramiento de trastornos mentales preexistentes.
Consumo de cannabis y desarrollo cerebral
Para adolescentes y adultos jóvenes, el consumo de cannabis conlleva riesgos significativos, ya que el cerebro continúa desarrollándose hasta finales de los 20 años, y el cannabis puede interferir con este proceso.
Estudios científicos indican que el consumo de cannabis durante la adolescencia puede causar cambios estructurales en el cerebro, deteriorar las funciones cognitivas y aumentar el riesgo de trastornos mentales y adicción, también se ha descubierto que el consumo durante la adolescencia y la adultez temprana se asocia con un menor rendimiento académico, menores probabilidades de completar los estudios con éxito y un mayor riesgo de ausentismo o abandono escolar.
Los estudios muestran que el consumo temprano y frecuente de cannabis puede dañar la memoria y el desarrollo cognitivo, provocar brechas educativas y bajos logros académicos, aumentar el riesgo de desarrollar trastornos mentales como la esquizofrenia (especialmente entre aquellos con una predisposición genética) y causar dificultades duraderas con la atención, la concentración y la toma de decisiones. Es importante destacar que estos efectos son particularmente graves cuando el consumo comienza durante la adolescencia, un período crítico para el desarrollo cerebral y la función cognitiva.
Implicaciones para la salud mental
El consumo de cannabis está estrechamente vinculado a trastornos de salud mental y sus efectos pueden ser variados, si bien algunos usuarios reportan un alivio temporal de los síntomas de ansiedad o depresión, el consumo prolongado o frecuente suele agravarlos. El THC, el componente psicoactivo del cannabis, puede aumentar la ansiedad o la depresión en personas susceptibles, especialmente en dosis altas, además, el consumo de cannabis con alto contenido de THC se ha vinculado a un riesgo significativamente mayor de psicosis, especialmente en personas propensas a padecer trastornos mentales.
Los estudios demuestran que quienes consumen cannabis con alto contenido de THC regularmente tienen cinco veces más probabilidades de experimentar episodios psicóticos que quienes no lo consumen, estos riesgos son aún más pronunciados entre adolescentes y adultos jóvenes, cuyo cerebro aún se encuentra en desarrollo, lo que los hace más vulnerables a los efectos psicológicos del cannabis.
Seguridad de uso
En varios países del mundo, donde el cannabis es ilegal salvo con receta médica, su consumo conlleva riesgos significativos, especialmente si se compra a proveedores no oficiales o comerciantes del mercado negro.
A diferencia del cannabis medicinal, que se somete a rigurosos procesos de control de calidad, los productos que se venden en el mercado ilegal no están regulados, y no hay forma de saber con exactitud qué contienen.
Estas sustancias pueden contener niveles inusualmente altos de THC, el componente psicoactivo del cannabis, lo que puede aumentar los efectos secundarios psicológicos como la ansiedad, los ataques de pánico y la paranoia. Además, no hay certeza sobre los demás ingredientes de estos productos: pueden contener contaminantes, aditivos sintéticos peligrosos o residuos de sustancias químicas no destinadas al consumo humano, lo que aumenta el riesgo de daños a la salud.
Uso médico y alternativas
Para quienes estén considerando el cannabis con fines médicos, como el manejo del dolor o el alivio de la ansiedad, es importante sopesar los posibles beneficios y los riesgos, se ha comprobado que el cannabis medicinal alivia el dolor crónico, reduce las náuseas asociadas con la quimioterapia y mejora los síntomas de ciertas afecciones neurológicas. El dolor crónico es la principal razón para obtener cannabis medicinal en Israel. La evidencia sobre la eficacia del cannabis medicinal muestra que, en general, el tratamiento es efectivo, pero no en todos los casos, actualmente, los pacientes deben recibir tratamiento en una clínica del dolor reconocida durante al menos un año y agotar todas las opciones de tratamiento antes de obtener una licencia de cannabis medicinal. Se ha descubierto que los pacientes con dolor no consiguen la misma mejora significativa del dolor con cannabis que con medicamentos opiáceos, pero, por otro lado, el cannabis a menudo permite un mejor funcionamiento y una reducción del daño en comparación con el tratamiento crónico con opiáceos.
La eficacia del tratamiento con cannabis para el trastorno de estrés postraumático se ha examinado en varios estudios, y los resultados hasta la fecha no son impresionantes, si bien algunos estudios han demostrado su eficacia, la mayoría han dado pequeños resultados positivos y han utilizado métodos de investigación deficientes. Las revisiones de un gran número de estudios no han indicado un efecto significativo sobre los síntomas del TEPT, siendo la psicoterapia centrada en el trauma el tratamiento más eficaz para el TEPT, y sigue siéndolo.
El uso de cannabis medicinal no está exento de riesgos, incluso con fines médicos, especialmente con alta frecuencia o dosis elevadas, existe riesgo de dependencia. Es importante consultar a un médico y recibir un plan de tratamiento personalizado.
Dependencia y adicción
Aunque el cannabis se considera menos adictivo que el alcohol o los opiáceos, puede generar dependencia en algunos consumidores, el reconocer los signos de dependencia a tiempo es fundamental para prevenir problemas a largo plazo.
Las señales de alerta incluyen:
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Consumir cannabis para lidiar con el estrés o las emociones.
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Deseo persistente de consumir cannabis incluso en situaciones inapropiadas.
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Mayor tolerancia, necesitando dosis más altas para lograr el mismo efecto.
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Síntomas de abstinencia como irritabilidad, inquietud y alteraciones del sueño.
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Descuido de responsabilidades laborales, escolares o domésticas debido al consumo de cannabis.
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Dificultad para controlar o reducir el consumo a pesar de querer dejarlo.
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Preferir el consumo de cannabis a las aficiones, las actividades sociales o las relaciones.
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