En una era donde los gustos y la historia lo son todo, los adolescentes pierden su autoestima, se ven inundados de estímulos negativos y violentos y pierden el control de la realidad.
El papel de los padres es ser el faro, pero ¿cómo se hace eso?, así salvaremos a los niños de las garras de las redes sociales.
Las redes sociales son una plataforma que produce adicción y sobre todo plagio y distorsión de la realidad de la vida, todos estamos de acuerdo que las redes: confunde a los niños y adolescentes, entre la mentira y la verdad, entre la realidad y la imaginación.
A través de algunas lagunas en la psicología humana, los administradores de estas redes se apoderan de nuestras mentes y nos controlan, nuestras almas y especialmente la autoestima de todos y cada uno de nosotros.
En tiempos de la pandemia, este fenómeno adquiere un doble significado, el nivel de violencia en línea está aumentando cientos por ciento y nuestros adolescentes son adictos a la pantalla, influenciados por ella y conectados a ella como a un ventilador. Google nos proporciona una casilla de correo electrónico gratuita, que es básicamente una entrada a la red para nuestra vida y con esto le damos la vida voluntariamente. Estamos todos en el nuevo sandbox (arena movediza), que es la "plaza central de las redes sociales", una plaza global, y allí luchamos, por un lado, por nuestra autoestima, y por otro nos encontramos en una arena cruel, inundada de estímulos y confusión, en el camino de robarnos nuestros pensamientos.
Es un algoritmo que funciona de forma precisa, como una flecha disparada directamente a nuestro cuerpo, y cada uno de nosotros lo utiliza dentro de este cuadrado central global. Somos una especie de producto, al que le hacemos un cambio paulatino, sutil e inimaginable. La gente de las redes conoce muy bien las grietas del subconsciente, y precisamente allí, como por arte de magia, consiguen también convertirnos en alguien más y diferente, se trata de un nuevo mercado tecnológico, que comercia con seres humanos, sus almas, sus conciencias, sus elecciones y sus vidas. Tienen una base de datos de información sobre toda la humanidad, que nunca antes se había tenido.
Y todo ello de forma legal, y al amparo de una red social, mientras la agenda de estas empresas dista mucho de ser social. Ella es incluso antisocial. La inteligencia artificial de las redes sociales funciona sin emoción, no tiene empatía, es una máquina brutal con un propósito. Allí no hay un cerebro humano, sino una máquina que construimos y que durante mucho tiempo ya no controlamos, somos como ratones de laboratorio y saben exactamente cuándo inyectar dopamina en nuestro cerebro y cómo aparecerá en nuestra alimentación y cumplirá su propósito.
La autoestima de los adolescentes en las redes sociales:
Estudiantes e investigadores del máster o maestría en Psicología Clínica admiten dentro de sus investigaciones que la red tiene un efecto directo sobre la autoestima y la imagen corporal de los adolescentes, y esto se hace de manera deliberada y directa. El efecto sobre la autoestima impregna y roe sus almas en cada momento, a través de una desconexión de las emociones, una desconexión y una distancia de sí mismos, de quienes son en la realidad de la vida. La identidad de los niños en la red es una identidad falsa, no tiene emociones, está dirigida según los códigos de la red, códigos que promueven una cultura de la belleza, la perfección y, sobre todo, la realidad de "nuestras vidas son fresas". Los adolescentes se adaptan a códigos inhumanos, sólo para ganar valor. Y valor significa me gusta, comentarios y mucha activación externa que es completamente inútil.
¿Cómo afecta a los adolescentes?
Dentro de las investigaciones de los Estudiantes e investigadores del máster o maestría en Psicología Clínica ofrecen estos diagnósticos.
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Baja autoestima: no les gusta quiénes son y no se conocen a sí mismos, son conducidos como muñecos avatar sin emociones, como objetos.
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Falta sentimiento social: no tienen práctica en crear relaciones sociales sustanciales y profundas, tienen dificultades para comprender la realidad y no saben leer las expresiones faciales, han aprendido emojis y esto les dificulta entablar relaciones.
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Pasar de un extremo a otro: viven al límite, entre la ilusión y la tragedia. Todo es extremo: blanco o negro, les quita una tremenda fuerza mental, dejándolos agotados e impotentes.
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Lesiones mentales: las lesiones personales, los intentos de suicidio y los suicidios reales han aumentado en cientos por ciento durante la última década.
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Erosión de las emociones: se comportan frente a píxeles, no hablan cara a cara, por lo que la emoción está en constante proceso de erosión y ellos son las principales víctimas.
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Aplazar la gratificación: no tienen capacidad para esperar, todo es urgente, inmediato y breve, todo, como la historia, pierde sentido y pasa.
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Procrastinación y evitación: se llaman a sí mismos perfeccionistas y se esconden detrás de una definición empoderadora, que generalmente oculta el miedo y la evitación del fracaso: miedo a su propia autoestima.
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Sexualidad y pornografía en la red: consumen pornografía en exceso y se ven muy afectados por la violencia que existe allí, esto produce ansiedades de desempeño, otras ansiedades y mucha confusión y falta de comprensión de un sistema sexual saludable.
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Responsabilidad personal: aprendieron a culpar y a vivir con el sentimiento erróneo de "lo merezco". Tenemos la responsabilidad de limpiarles el lente de la realidad y mostrarles el verdadero camino de la realidad de la vida.
Las relaciones son la principal herramienta en la paternidad moderna:
Los mismos investigadores y estudiantes de la maestría en Psicología dan estos consejos para ponerlos en práctica:
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Crea una versión más feliz de ti mismo: relaja las arrugas de tu frente, respira profundamente y no temas su presencia en casa. Comprométete un poco con el orden y la limpieza, y también un poco con el ruido, y permíteles estar en el espacio contigo, en proximidad física, en contacto y mirándose a los ojos.
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Abandonar comentarios y servicios innecesarios: entrar en su habitación sin comentar los platos que generan hongos y moho, preguntarles cómo les va y mostrar un interés genuino en la respuesta. Pero no se conviertan en camareros, meseros o conductores privados: fortaleza en esto.
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Crea una conversación: después de que el hielo se haya derretido un poco y estés un poco más sonriente y relajado, inicia una breve conversación con ellos. No es un ataque a la red social ni a las pantallas, sino un intento de llegar a acuerdos centrales.
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Encuentre una alternativa atractiva:
no podremos mantenerlos alejados de las pantallas por la fuerza, y mucho menos mediante un software de control, por eso, crea alternativas: tiempo de calidad en familia, visualización o actividades conjuntas lejos de las pantallas.
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Habla con el corazón, menos con la mente: en la adolescencia no hay capacidad para comprender la lógica, por eso la red es más atractiva que nosotros. Tenga conversaciones con ellos y construya un sistema de confianza que satisfaga una necesidad emocional de pertenencia y un verdadero sentido de valor.
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Juzgue menos, sea más transparente: practique no expresar siempre su opinión, ya que el objetivo es crear una relación basada en la confianza, mientras que el juicio crea bloqueo, evasión y estancamiento. Al fin y al cabo, conocen muy bien nuestras opiniones y, a veces, expresarlas les lleva a distanciarse.
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Centrarse en un discurso honesto:
apelar a sus corazones, explicar los peligros inherentes de Internet para la humanidad en su conjunto. Hable también sobre usted y dé un ejemplo personal: acción activa conjunta de prevención y desintoxicación, por ejemplo, no nos ponemos de acuerdo mientras comemos, o durante nuestras conversaciones, o sólo nos ponemos de acuerdo después de X horas.
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Hablar sobre sexualidad y pornografía en la red: están inundados de pornografía desde los 8 años y deben hablar de ello. Es necesario explicar, mediar en la realidad beneficiosa para ellos y permitirles no tener miedo de hablar del tema.
Permítales ser un faro que ilumine su crianza, cuando esté iluminado, ellos conocerán el camino.